lunes, 19 de diciembre de 2011

Las gotas de lluvia que caen sobre el suelo empapado del patio delantero de los Llovet, inundan de humedad el aire del terreno.
Unas risas intercambiadas, unas miradas entrelazadas y las cerezas de la madrugada.
Las hojas recién cortadas y el llanto del perro abandonado.
El arte que florece por todas partes, de las ramas, del verde, de las flores, frutos y del mismo lugar en el que el amor se asentó ya hace un tiempo y para siempre.
El amor de una familia que a veces corre, a veces camina y otras se sienta a observar como lo hacen los demás.
El amor que lo es todo, el amor que esta en todo y que cambia de forma pero siempre esta.

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