miércoles, 12 de septiembre de 2012

Sentirse perdida.
Como si se estuviese en un enorme océano de conocimientos. En donde es fácil perderse.
Sentirse abrumada por tantos números, nombres, contextos, relaciones, información y más información, que sirve mucho y para mucho.
Es el "Yo se que no se nada".
Es el entrar en una habitación y masticar el contenido. Transformarlo en una masa para poder digerirlo bien.
Pero cansa masticar tanto, cansa el paladar, cansa el músculo de la lengua. Y cuando uno termina de tragar, inmediatamente siente ese placer indescriptible de poder decir: entendí.
Pero no hay que preocuparse, porque pocos minutos, segundos después de masticar, deglutir, degustar y digerir el contenido se abren cinco puertas más de la habitación en donde estábamos. Puertas que antes no habíamos notado, no habíamos visto si quiera cerradas. Ahora aparecen y se abren, para mi. Con un tono de burla, como diciendo "acá estamos" y nunca te vamos a dejar encerrada. Y es ese el momento en donde hay que decidir por qué puerta queremos ir. Es ese el momento en donde tenemos que aprender a no atragantarnos, a no intentar meternos todos los contenidos de todas las habitaciones al mismo tiempo. Porque es entonces, cuando nos ahogamos y nos sofocamos.
Nunca va a terminar, o por lo menos, hasta que la vida no termine. Y espero que eso no pase.


1 comentario:

  1. hoy hay comentarios, porque hay palabras, y siempre serán aproximadas, si uno suelta el paladar (como dices), al eco del querido instane antes de decirlas. ¿porqué escribimos? ¿para frenar y no desentendernos de nuestro cuarto? que seríamos nosotros sin nuestro cuarto?
    Dicen que nuestro hogar es como una tercera piel. debemos vivir en la era de Uranio, al despertar seremos luz y caeremos como gota de agua.

    ResponderEliminar