Las gotas de lluvia que caen sobre el suelo empapado del patio delantero de los Llovet, inundan de humedad el aire del terreno.
Unas risas intercambiadas, unas miradas entrelazadas y las cerezas de la madrugada.
Las hojas recién cortadas y el llanto del perro abandonado.
El arte que florece por todas partes, de las ramas, del verde, de las flores, frutos y del mismo lugar en el que el amor se asentó ya hace un tiempo y para siempre.
El amor de una familia que a veces corre, a veces camina y otras se sienta a observar como lo hacen los demás.
El amor que lo es todo, el amor que esta en todo y que cambia de forma pero siempre esta.
Hace 7 años