miércoles, 27 de junio de 2012

Soñar la realidad

Estaba en el consultorio. Ya había terminado la sesión y estaba por pagarle. Me encontraba con mis gatos, Prisma y Catia, y con Lula, mi perro. Tenía que sacarlas de ahí, pero yo sola no podía con las tres. Entonces entró mi hermana y agarró a Catia. A Prisma la agarré yo y salí a la calle. Se quiso escapar pero la envolví en una sábana y la lleve tapadita con la cabeza afuera. Lula se quedó en el consultorio.
Unas calles después, lo encontramos, a mi hermano. Le dijimos que vaya a buscar a Lula. Cuando volvió, me acordé que me había olvidado de hacer algo. Dejé a Prisma con mi hermana; les dije que las lleven para casa, yo iba a llegar después.
Volví a un edificio y toqué el timbre. Me atendió una voz masculina y bastante familiar. Entré y subí. Cuando estaba por tocar la puerta, ésta se abre. Y ahí estaban. Él, igual que siempre, y ella con el pelo corto y hermosa como siempre. Él y su hermanita.
Entré a la casa. Me dijeron que se estaban cortando el pelo. A ella le quedó hermoso y a él le dije que le faltaba un mechón. Se miró en el espejo, lo pensó y terminó diciéndome -tenes razón, gracias-
La imagen se fue tornando negra, se fue difuminando hasta encontrarme con la realidad.
Y fue ahí cuando comprendí -tan solo un sueño-; y me dije a mi misma: lo único que necesito es que se ponga, solo por un momento, en mi lugar y me diga: gracias por ser como sos, gracias por entender.

martes, 26 de junio de 2012

Cajita de recuerdos

Algunas cosas se olvidan rápido. Otras sin embargo, tardan bastante.
En mi caso me olvido de todo bastante rápido. Pero este último tiempo hubo algo de lo que no me pude olvidar. Tal vez al principio me hice la boluda e intenté reprimir y olvidarme de ciertas cosas para "pasar a una mejor y diferente etapa" y me excusé diciendo que nunca hubiese funcionado.
La verdad, no sé si hubiese o no funcionado. Pero eso ahora no importa, lo que importa es que en estos momentos dejó de andar, dejó de funcionar. Y ahora me doy cuenta que las cosas que no funcionan y que queríamos que funcionen se tiene que superar. Uno no se puede hacer el que no le importa porque ya pasó. Tenemos que, o mejor dicho, tengo que hacer un tiempito de duelo. No porque quiera, sino porque lo necesito.
Ahí esta la respuesta de porqué a veces nos sentimos mal o estamos tristes y no sabemos porqué. Exactamente porque no hicimos un duelo en el momento que necesitábamos hacerlo.
Aunque hay gente que no necesita hacerlo, o que no lo puede hacer; tengo que admitir que yo soy una de las personas que sí lo necesita.
Aunque sienta que ya pasé por esta parte, esta etapa y la estoy repitiendo nuevamente, no puedo intentar esquivarla por el simple hecho de querer convencerme que no me lastimaron nuevamente. Porque es difícil admitir que otra vez es el mismo duelo por la misma razón (aunque en diferente contexto y situación). Y también es difícil admitir que para estas cosas hay que dejar el orgullo de lado: no reprimirse a si mismo, ni echar culpas que nadie puede agarrar. Porque eso es lo peor de cuando uno se siente mal, tiene la necesidad de echarle la culpa al otro o a uno mismo, cuando en realidad no hay culpa de nadie, ni del destino (ya que no creo en él).
A veces imagino (y me gusta imaginar) que nuestra mente es una cajita. Depende del estado mental, nuestra cajita va a estar desordenada o limpia, aunque casi nunca esta totalmente limpia, y tampoco totalmente desordenada. El problema es cuando acumulamos mucho desorden, y lo único que vemos es desorden (como característica del ser humano: cuando esta mal vemos lo malo y cuando esta bien vemos lo malo). Cuando hay mucho desorden, tal vez es por la acumulación de muchos duelos reprimidos (pero no sólo duelos).
Ahora bien, hoy en día tengo mi cajita bastante desordenada, despelotada.
¿Viste cuando, por ejemplo, tenes el cuarto tan desordenado que no sabes cómo hacer para empezar a ordenarlo? Y por más que ordenes una punta, el medio o la izquierda, sentís que sigue igual de desordenado que antes.
Bueno, exactamente eso le pasa a mi cajita. No sé por donde empezar. 
Puedo reconocer un duelo reprimido, e intento sacarlo para poder olvidarlo luego. Pero la veo tan desordenada. No creo que sea el único duelo, sino una acumulación de duelos.
¿Cuáles serán los demás?



lunes, 18 de junio de 2012


Y en las tardes tranquilas, cuando extraño todo,
pienso que todo no es lo que perdi;
una rosa de fe, aun a costa de perder, se pierde pero se gana.
La lucha es de igual a igual contra uno mismo,
y eso es ganar.

domingo, 10 de junio de 2012