Mirar una casa ajena, tan linda, tan tranquila, con tanta calma que en algún punto se vuelve propia, se vuelve ese lugar en el cual uno quisiera estar siempre, pero no adentro, porque cuando uno entra las cosas son diferentes, cambian porque uno las descubre. Mejor observar desde afuera y tener esa ilusión, hacer andar la imaginación para poder sentirte tan viva, tan querida, tan tranquila.
Entonces agarrar y ponerle la yerba al mate, echar el agua y tomar, saborear esa cultura que vienen desde adentro y que uno disfruta tanto; observar algo desde afuera imaginando lo de adentro como ese mate, ese hermoso mate y pasar ese momentito en calma y tan pero tan alegre que es muy difícil de explicar, de expresar porque es la experiencia misma la mejor profesora que uno podría tener.
Hace 7 años
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