lunes, 21 de noviembre de 2011

Tu boca, como surco perfecto del algodón rosado y mullido.
Tus besos, como un te quiero gestualizado.
Tus ojos, tan brillantes como el sol, tan hermosos como la lluvia en el crepúsculo.
La mirada penetrante y sensual de tu rostro.
Y tus palabras, que siempre estarán en mi mente, hasta volver a oírlas de tus propios labios.

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