martes, 23 de febrero de 2010

Muy risueña camina por su pasillo hasta llegar a la puerta.
La abre y emprende camino...
Con una sonrisa de oreja a oreja deambula buscando lo que ya encontró.
El viento acaricia sus cabellos y alimenta su respiración.
Atraviesa calles, avenidas y divisa miles de personas, no las conoce pero les sonríe.
Con tanta euforia, alegría y emoción sigue su camino a ningún lugar.
Está tan contenta que empieza a perder la conciencia.
Empieza a observar gente "extraña" y un lugar que no era en el que estaba...
Se da vuelta y ve una ventanita cuyo fondo tiene el paisaje de su vecindario. Ésta se va alejando de a poco hasta volverse invisible. Empieza a curiosear el nuevo sitio, no encuentra nada conocido y tampoco agradable.
Paredes grises, altas, el cielo se empieza a tornar negro, como si un agujero se lo empezara a comer.
No encuentra escapatoria, corre, grita, pide auxilio, nada ni nadie la ayuda.
De pronto encuentra un objeto un tanto insólito para el lugar en donde se encontraba.
Se inclina hacia el y lo sujeta, luego de un parpadeo, cae al piso.
Sube la mirada; se encuentra en su barrio, su lugar.
Se para, empieza a caminar a paso acelerado y al doblar en la esquina observa su casa.
He vuelto grita. Tan contenta y alegre.

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